Roland Moreno, creador de la tarjeta inteligente

El inventor francés usó el ‘microchip’ como medio de pago y de identificación.

Roland Moreno,en 1984. / J.-C. COUTAUSEE (AFP)

Roland Moreno, muerto el 29 de abril a los 66 años, se jactó en una ocasión de que podía parar a cualquiera por París y que ese alguien llevaría encima al menos tres de las tarjetas inteligentes que él inventó entre tarjetas de crédito, tarjetas de compra y tarjetas de telefonía. Hoy en día, el producto se ha expandido a tarjetas de transporte, carnés de identidad, permisos de conducir y la tarjeta SIM del móvil.

 Aunque el éxito de su producto le hizo un hombre rico —su empresa, Innovatron, ha ganado 150 millones de dólares en derechos de autor—, no consiguió el reconocimiento mundial como otros empresarios. Sin embargo, se convirtió en uno de los héroes nacionales de Francia y fue distinguido por el Gobierno con la Legión de Honor.

En los sesenta, Moreno, por aquel entonces un joven de pelo greñudo nacido en El Cairo en 1945, hijo de padre apátrida de origen español, y madre francesa, trabajó como oficinista, reportero en la revista Detective, chico de los recados en L’Express y como editor en una publicación sobre química entre 1970 y 1972. Posteriormente fundó la empresa Innovatron. Su primer éxito fue un sistema de software para crear marcas comerciales combinando palabras del diccionario previamente seleccionadas.

Su idea consistió en usar un microchip para llevar datos encima. La patente original se registró en 1974. El dispositivo estaba pensado para colocarse sobre un anillo boca abajo con unas patillas para hacer contacto sobre la superficie correspondiente. En 1975 Moreno simplificó el sistema insertando el microchip en una tarjeta. En 1976, demostró su efectividad haciendo un pago por sistema electrónico.

La tarjeta inteligente de Moreno era mucho más cara que las de banda magnética por lo que costó que sus cifras de venta despegaran inmediatamente. No obstante, el invento acabó por convertirse en un éxito en su país. France Telécom usó el prototipo de las tarjetas inteligentes para los teléfonos de pago a partir de 1983. Los bancos galos pusieron en funcionamiento un sistema de tarjeta nacional de débito, la Tarjeta Azul, en 1992. Por aquellos años la Academia Francesa había incluido la palabra telecarte en su diccionario con esta definición: “Tarjeta provista de un dispositivo electrónico concebida para permitir el pago de telecomunicaciones”. Moreno declaró en 1990: “En Francia se acabaron los actos de vandalismo en las cabinas. Nadie puede robar monedas. No existen”.

Hay, sin embargo, quienes veían inconvenientes. Algunos estaban preocupados por la seguridad. Moreno respondió ofreciendo en 2001 un millón de francos a cualquiera que viera vulnerada la seguridad de su tarjeta en un plazo de 90 días. Nadie consiguió hacerse con el dinero. Otras preocupaciones estaban relacionadas con el derecho a la intimidad. El francés admitió que su invento podría facilitar la labor de un Gran Hermano. La tarjeta inteligente hacía más fácil seguir la pista de alguien: se podía saber dónde se utilizan las tarjetas de crédito, en qué punto se sube o se baja un pasajero o donde se encontraba el propietario de un móvil.

Aparte de crear sus tarjetas, Moreno fue escritor y vividor. Bajo el seudónimo de Laure Dynateur, publicó L’aide mémoire du nouveau cordon bleu [Cuaderno de notas del nuevo cordon-bleu], un libro de cocina que prometía “2.000 nuevas maneras de sorprender a sus invitados”. Con su apariencia de profesor chiflado, logró inventar extraños artilugios, como una calculadora de bolsillo capaz de emitir música.

En una entrevista a France Soir, dijo que le gustaría que le hubieran homenajeado con un muñeco de cera con su cara, añadiendo: “Se dice que Dios debe mucho a Johann Sebastian Bach. Me gustaría que se dijera que Francia debe mucho a Moreno”.

Fuente: El País

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