Un disco de cristal para alcanzar la inmortalidad digital

Los científicos siguen varias líneas de investigación para mejorar la fiabilidad a largo plazo de los soportes de almacenamiento

Nobuyuki Kobayashi es un fotógrafo japonés que está inmortalizando la naturaleza de su país mediante la técnica fotoquímica de la platinotipia. Hoy por hoy sus fotos tienen muchas más posibilidades de que puedan ser vistas dentro de mil años que la mayoría de las imágenes que circulan por internet. Algo que se debe en parte a que utiliza un soporte de gran duración: papel Hosokawa, cuya fabricación ha sido declarada patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO.

El problema de los actuales soportes de almacenamiento de datos es que algunos discos duros, discos ópticos y memorias USB no superan los 10 años de vida. De hecho, algunos de estos productos incluso se deterioran en unos cinco años. Alfonso Sierra, responsable del laboratorio de la empresa de recuperación de datos Recovery Labs, asegura, en una entrevista telefónica, que el mejor método para preservar una foto es hacer diferentes copias de seguridad digitales, pero también una copia en papel.

Existen varias líneas de investigación para mejorar la fiabilidad a largo plazo de los soportes de almacenamiento digital. Investigadores de la Universidad de Southampton han logrado recientemente almacenar información en cristales de cuarzo con un proceso de grabación y lectura denominado 5D. Estos discos transparentes podrían almacenar hasta 360 teras de información y tener una vida útil a temperatura ambiente de más de 13 millones de años. Además, aguantarían temperaturas de hasta 1.000 grados.

Aunque ya en 2013 estos investigadores presentaron un archivo de texto de 300 Kb almacenado en estos cristales, ahora han logrado reproducir algunos de los principales documentos de la historia humana, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el tratado sobre óptica de Newton o la Biblia.

Estos discos transparentes podrían almacenar hasta 360 teras de información y tener una vida útil a temperatura ambiente de más de 13 millones de años. Además aguantarían temperaturas de hasta 1.000 grados

Los creadores de esta tecnología buscan alianzas con empresas que quieran financiar esta vía de investigación. El objetivo es crear un sistema de almacenamiento que pueda usarse en archivos y bibliotecas. Quizá en algún momento del futuro incluso cualquiera podrá utilizar soportes de este tipo para guardar sus datos. Pero lo cierto es que a día de hoy, para conservar nuestra información digital estamos obligados a replicarla de por vida.

El director de operaciones de Recovery Labs, Enrique Francisco, cuenta que en las instalaciones de la empresa tienen su particular “museo de los horrores”. En él almacenan desde discos duros gigantescos con una capacidad de almacenamiento ridícula hasta la memoria flash de un satélite que se estrelló y hubo que recuperar sus datos.

Según los datos que proporciona esta empresa la cantidad de información digital en riesgo comenzó a crecer exponencialmente a partir del año 2000. Mientras que en 2007 la capacidad media de datos recuperados por cada dispositivo que pasó por la empresa era de 50 gigas, en 2015 esta cifra se multiplicó por seis, llegando hasta los 300 gigas.

Francisco explica que todo el mundo puede tener su propio Disaster recovery plan, que es como se denomina a los planes para evitar pérdida de datos en instituciones o empresas. Basta con almacenar la información en el disco duro de un ordenador, hacer una copia de seguridad de los mismos en otro disco duro externo y replicarlos también en un servicio de almacenamiento en la nube. Así se reducen drásticamente la posibilidad de perder datos importantes.

La razón de que no se pueda confiar plenamente en los servicios de almacenamiento de datos en internet está en que estos pueden terminar desapareciendo o sufrir algún percance. Enrique Francisco pone el ejemplo de lo que sucedió cuando los usuarios que habían almacenado contenidos legales en Megaupload vieron como de la noche a la mañana perdían sus datos al clausurar el FBI los servidores de la empresa.

El objetivo es crear un sistema de almacenamiento que pueda usarse en archivos y bibliotecas

La fragilidad de los soportes de datos no es el único problema que existe para que estos perduren a lo largo del tiempo. La tecnología con la que se guardó la información también tiene fecha de caducidad. En Recovery Labs usan equipos informáticos antiguos para poder acceder a datos imposibles de leer con los actuales ordenadores y convertirlos a un formato que sea legible hoy día.

Francisco pone como ejemplo de los trabajos de arqueología digital que desarrolla la empresa la recuperación de datos almacenados en viejos discos de cinco pulgadas y cuarto. También han tenido que convertir archivos en el formato de Wordperfect, que durante años fue el procesador de texto más popular, a ficheros compatibles con Microsoft Word.

Por eso es conveniente no solo replicar los datos. También hay que realizar cierto esfuerzo en usar archivos para almacenarlos que no sean demasiado exóticos. Muchas cámaras de fotos por ejemplo guardan sus imágenes en formato RAW, el equivalente a un negativo digital, con ficheros creados por los diferentes fabricantes de tecnología fotográfica. Algo que en el futuro puede plantear problemas de lectura. Una forma de solventar este problema sería convertirlos al formato DNG de Adobe, que es lo más cercano que existe a un fichero RAW universal, y tener también una copia de las fotos en el formato de gráficos más popular: el Jpeg.

Si se guardan archivos en la nube también es clave informarse de lo fiable que sea el servicio y dónde se encuentran sus servidores. Esto último es importante de cara a salvaguardar la privacidad. La legislación estadounidense por ejemplo permite acceder a los ficheros que se encuentren almacenados en el país. Aunque existen servicios de almacenamiento de datos que los encriptan para que sea inaccesible a miradas curiosas. Es el caso de SpiderOak, cuyo uso fue recomendado por Edward Snowden.

Si tenemos datos especialmente importantes que queramos almacenar en soportes diseñados para durar a medio o largo plazo existen algunas opciones en el mercado. SanDisk por ejemplo lanzó una memoria flash que según la compañía tiene una vida útil de un siglo. Más curioso es el caso de la tecnología M-Disc para discos ópticos. Los discos DVD y Blu Ray vírgenes compatibles con ella, que en España son distribuidos por Verbatim, en teoría pueden durar hasta mil años.

Un ejemplo es la tecnología M-Disc para discos ópticos. Los discos DVD y Blu Ray vírgenes compatibles con ella, que en España son distribuidos por Verbatim, en teoría pueden durar hasta mil años

Un dato que respaldan las pruebas de resistencia realizadas por el ejército de Estados Unidos. Sin llegar al grado de precisión de ese análisis, en el medio especializado en tecnología ZDnet maltrataron a conciencia varios de estos discos y a pesar de todo siguieron funcionando. La capacidad de estos va desde los 4,7 gigas de un DVD hasta los 100 gigas de algunos Blu Ray.

En contra de esta tecnología está que hay que disponer de un grabador o lector compatible con estos discos y que su precio es más elevado que el de otros discos vírgenes. Aunque el principal problema de este producto es que nadie puede garantizar que dentro de unas cuantas décadas exista un lector que sea capaz de leer la información almacenada.

De hecho, la obsolescencia tecnológica es en realidad el gran problema a la hora de poder acceder a la información en el futuro. Por eso cuanto más sencillo sea el sistema utilizado para reproducir textos, imágenes o sonidos más posibilidades hay de que persista en el tiempo. Seguramente por eso el tocadiscos de Sony o el prototipo de cámara de Super 8 de Kodak presentados en la feria tecnológica CES el pasado mes de enero despertaron más interés que muchos otros productos. Algo que no solo hay que achacar a la melancolía. La inmortalidad de momento sigue siendo analógica.

Fuente: El País

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